jueves, 30 de septiembre de 2010

Las jornadas culturales, desetructurando andan....

La Agrupación Contracultura, que reúne a los alumnos del Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la UADER, Instituto superior de Artes Visuales, viene organizando desde hace cinco años las Jornadas Culturales. Fusión y confusión de las diversas artes, los estudiantes organizan un evento que confluye en narraciones orales, muestra, talleres y bandas. Así, la ciudad de Paraná se vuelve testigo año tras año de un evento que reta la independencia y los obstáculos de la falta de un apoyo concreto.
El evento, este año, se realizara desde el 20 al 24 de septiembre. Contando en esta oportunidad, con Talleres de Expresión Corporal, Raku, Literatura y Video Arte. Así como Mesas de Debate y proyecciones. Habrá lugar para el Circo, el Teatro, la Música étnica, la Danza, Body Painting entre tantas otras cosas...
Así es como, el primer día de la primavera naciente, Tintas hizo su arribo  a “Artes visuales”…con varios números debajo del brazo allí fui invitado por Angie (Una de esas personas buena onda con las que uno se topa). Exponer el trabajo realizado, chusmearlo, contarlo: esa era pues la misión.
Pero antes, entre el alegre ruido, nos quisimos escapar a un aula silenciosa con Gime Frioni, integrante de la Agrupación Contracultura, y allí dejar que el grabador guardase algunas palabras.
 “El objetivo al principio fue conmemorar el día del artista plástico que es el 21 de septiembre. Entonces se llamaba jornada porque era de un solo día. Durante ese día, acá en la escuela se hacía algo parecido a lo que ahora estamos viendo” Gime, se refiere a los cuadros que se exponen en las paredes, a las telas que cuelgan del techo y las esculturas que podemos observar más arriba.
Sus palabras continúan, relatando como esa jornada pasó del singular al plural. “Eso duraba solamente ese día. A través del tiempo, empezó a hacerse mas días hasta llegar a la semana completa. Lo que se intenta es que los chicos de las carreras de Artes visuales tengamos la posibilidad de exponer. Porque para nosotros, los alumnos, es muy difícil contar con un espacio para poder mostrar lo que uno hace. Siempre ha sido así, y sigue siendo así. Entonces nosotros, lo que queremos hacer es incentivar a los chicos a través de esto, para que puedan mostrar sus obras. Tanto de manera bidimensional o tridimensional según el taller que hagan, o lo que quieran.”
Fue el tiempo también el que trajo la idea de amalgamar las diversas formas de expresión artística dentro de un mismo espacio. Demuestran así que el arte puede convivir en todas sus partes.
En la charla, cae la pregunta quizás escabrosa…
-¿Cómo ve la facultad a esta movida que realizan?
-Siempre tuvimos problemas con como lo ve la facultad a esto. Antes nos habrán dado doscientos pesos, que en ese momento era “una suma”, o que se yo te habrán dado el proyector. Pero ahora lo que conseguimos fue que declararan a este evento de Interés institucional bajo la resolución N° 2034. Cosa que para nosotros es un logro muy grande. Porque son cinco años donde trabajamos todos, y no es una cosa de un solo día. Son meses de trabajo, que venimos organizando. Y no solo nosotros. Todas las fiestas que nosotros organizamos son básicamente para recaudar fondos para las Jornadas. Hay costos…el sonido o conseguir cosas básicas, materiales, herramientas. Además, todo lo que nosotros ofrecemos durante estos días son talleres gratuitos. Por primera vez conseguimos también que la universidad expenda certificados para algunos de los organizadores. Lo cual es un reconocimiento que te deja algo: No son cinco años en vano.

Obviamente, las conversaciones se expanden por las ramas. “Es una forma de demostrarle a la gente que uno no viene a la facultad a no hacer nada”. Viene al caso decirlo, estando tan prejuzgada muchas veces esta carrera como otras. “Creen a veces que venimos a hacer dibujitos nomás”, me dicen, exponiendo así el desdén social hacia este lugar.
Me quedan las palabras de Gime, es un  “esfuerzo de todos” dice. Recuerda así que todos los artistas que participan lo hacen desinteresadamente. Como en muchos eventos, ninguno cobra. Mover la parte artística, cuantas veces hemos escuchado eso. Pero, aquí, en este contexto, las palabras tienen un peso especial. Ya que se trata de ver el arte de otra forma. No como algo recreativo o solamente “lindo”. Sino como una herramienta que nos sirve para cambiar algo, para desestructurar algo…Es decir, para quitar algo que no nos gusta y colocar otra cosa en su lugar.
Reflejar estas cosas, verlas. Saber que un rincón paranaense, hay gente que trabaja y quita y construye cosas. Quizás es hora de hacer eso. De quitar cosas y construir otras.

                                                                                                                                                             Kevin Jones

Infancias:

El niño contempla el reflejo
del agua en sus ojos.
El niño sueña con las ondulaciones del agua,
con el sopor del vientre húmedo del agua.
De un vientre ha salido, a un vientre irá quizás.
Parece que estuviera imaginando nacimientos, y no lo otro.
El niño ya está nombrando aquellas cosas.

Escribo las cosas últimas, y me da miedo.
Kevin Jones

Estaria bueno darse una vuelta, ¿no?.....

domingo, 26 de septiembre de 2010

Palabras despeinadas: Primer dia de Editorial artesanal....

Luego de varios preparativos, y gracias a la ayuda de Jackie, familiares y amigos, fue que empezamos a dar a luz libros artesanales. Aqui les dejo unas fotos, con la nota abajo que fundamenta esta rebelde accion. 







Despeinar las palabras:
Condenadas, muchas veces, a los libros caros que adornan vidrieras de librerías. Negadas para quien no sabe de blogs… Las palabras, que han nacido para ser dichas, tienen hoy nuevos censores.
Bien decía Galeano, a las palabras no es necesario hoy que las censure la policía, las prohíbe el precio.
Aunque otras veces el precio no es problema. Esas veces las palabras se encuentran peinadas, perfumadas y recién bañadas dentro de los libros que las ahogan. Relegadas a navegar, huérfanas, entre prólogos e índices.
Sin embargo, a alguien alguna vez se le ocurrió una magnifica idea: Al arte hay que ensuciarlo. Entonces comenzó otra tarea: ¿Cómo se sacan las palabras, las imágenes, los sentires a la calle? ¿Cómo se provoca una instancia de lectura en la cotidianeidad?
Pensándolo bien, esta tarea es más fácil…Con mayor o menor éxito, lo necesario es jugar con los textos: Manchar paredes, usar cartones aunque no sea para hacer cajas, hacer aquello de “dejar volar la imaginación”. En fin, despeinar las palabras.

Editorial artesanal:
De taller en taller algo sucede, de experiencia en experiencia algo cambia. Que nuestro grupo halla podido publicar su primer libro deja un aprendizaje… ¿Qué tiene que ver esto con crear una editorial artesanal? Pues que, luego de “sufrir” ciertos mecanismos editoriales nos parecen bueno crear nuevas instancias, nuevas oportunidades, en las que las palabras lleguen al lector por medios más autóctonos, baratos y rápidos.
Para eso chusmeamos un poquito las editoriales artesanales que hay en Buenos Aires. Ellas, por ejemplo, hacen con cartón (el mismo que recogen los cartoneros) libros. O ilustran tapas con tapitas de cerveza.
De todo esto nace la idea de crear, desde el Centro Literario, una pequeña editorial artesanal.
Una editorial que recoja las palabras más variadas.

Primeros proyectos:
En primer término se busca publicar textos de autores consagrados. Y, de esta forma, promover la lectura y la difusión de algo que no es patrimonio de nadie: La literatura, el lenguaje, es de todos.
Con la ayuda de Jackie Rodríguez, nos juntamos un jueves a la siesta en la Biblioteca Popular. Respondieron a la invitación, otros familiares y amigos, más los compañeros de Pido la Palabra.
Entre mates, pudimos ver nacer los primeros pasos del Volumen I. En él, se recogen textos de Juanele, Barrandeguy, Cristina Villanueva, Fermín Chávez y otros tantos.
Así, a partir de ahora, cada jueves se abre la Biblioteca a la propuesta de armar libros con las manos.

Kevin Jones

lunes, 20 de septiembre de 2010

Una aguafuerte de Arlt

Escritas entre en 1928 y 1942, las mas de dos mil aguafuertes porteñas de Roberto Arlt son una descripcion mezclada con parodia y reflexion de las impresiones que le causaba Buenos Aires. Escritas para el Diario El Mundo, las aguafuertes se han convertido en textos atemporales y de gran riqueza literaria.

EL ORIGEN DE ALGUNAS PALABRAS DE NUESTRO LEXICO POPULAR:

Ensalzaré con esmero el benemérito "fiacún".
Yo, cronista meditabundo y aburrido, dedicaré todas mis energías a hacer el elogio del "fiacún", a establecer el origen de la "fiaca", y a dejar determinados de modo matemático y preciso los alcances del término. Los futuros académicos argentinos me lo agradecerán, y yo habré tenido el placer de haberme muerto sabiendo que trescientos sesenta y un años después me levantarán una estatua.
No hay porteño, desde la Boca a Núñez, y desde Núñez a Corrales, que no haya dicho alguna vez:
–Hoy estoy con "flaca".
O que se haya sentado en el escritorio de su oficina y mirando al jefe, no dijera:
–¡Tengo una "fiaca"!
De ello deducirán seguramente mis asiduos y entusiastas lectores que la "fiaca" expresa la intención de "tirarse a muerto", pero ello es un grave error.
Confundir la "fiaca" con el acto de tirarse a muerto es lo mismo que confundir un asno con una cebra o un burro con un caballo. Exactamente lo mismo.
Y sin embargo a primera vista parece 'que no. Pero es así. Sí, señores, es así. Y lo probaré amplia y rotundamente, de tal modo que no quedará duda alguna respecto a mis profundos conocimientos de filología lunfarda.
Y no quedarán, porque esta palabra es auténticamente genovesa, es decir, una expresión corriente en el dialecto de la ciudad que tanto detestó el señor Dante Alighieri.
La "fiaca" en el dialecto genovés expresa esto: "Desgano físico originado por la falta de alimentación momentánea". Deseo de no hacer nada. Languidez. Sopor. Ganas de acostarse en una hamaca paraguaya durante un siglo. Deseos de dormir como los durmientes de Efeso durante ciento y pico de años.
Sí, todas estas tentaciones son las que expresa la palabreja mencionada. Y algunas más.
Comunicábame un distinguido erudito en estas materias, que los genoveses de la Boca cuando observaban que un párvulo bostezaba, decían: "Tiene la 'fiaca' encima, tiene". Y de inmediato le recomendaban que comiera, que se alimentara.
En la actualidad el gremio de almaceneros está compuesto en su mayoría por comerciantes ibéricos, pero hace quince y veinte años, la profesión de almacenero en Corrales, la Boca, Barracas, era desempeñada por italianos y casi todos ellos oriundos de Génova. En los mercados se observaba el mismo fenómeno. Todos los puesteros, carniceros, verduleros y otros mercaderes provenían de la "bella Italia" y sus dependientes eran muchachos argentinos, pero hijos de italianos. Y el término trascendió. Cruzó la tierra nativa, es decir, la Boca, y fue desparramándose con los repartos por todos los barrios. Lo mismo sucedió con la palabra "manyar" que es la derivación de la perfectamente italiana "mangiar la lollia", o sea "darse cuenta".
Curioso es el fenómeno pero auténtico. Tan auténtico que más tarde prosperó este otro término que vale un Perú, y es el siguiente: "Hacer el rosto".
¿A que no se imaginan ustedes lo que quiere decir "hacer el rosto"? Pues hacer el rosto, en genovés, expresa preparar la salsa con que se condimentarán los tallarines. Nuestros ladrones la han adoptado, y la aplican cuando después de cometer un robo hablan de algo que quedó afuera de la venta por sus condiciones inmejorables. Eso, lo que no pueden vender o utilizar momentáneamente, se llama el "rosto", es decir, la salsa, que equivale a manifestar: lo mejor para después, para cuando haya pasado el peligro.
Volvamos con esmero al benemérito "fiacún".
Establecido el valor del término, pasaremos a estudiar el sujeto a quien se aplica. Ustedes recordarán haber visto, y sobre todo cuando eran muchachos, a esos robustos ganapanes de quince años, dos metros de altura, cara colorada como una manzana reineta, pantalones que dejaban descubierta una media tricolor, y medio zonzos y brutos.
Esos muchachos eran los que en todo juego intervenían para amargar la fiesta, hasta que un "chico", algún pibe bravo, los sopapeaba de lo lindo eliminándoles de la función. Bueno, esos grandotes que no hacían nada, que siempre cruzaban la calle mordiendo un pan y con un gesto huido, estos "largos" que se pasaban la mañana sentados en una esquina. o en el umbral del despacho de bebidas de un almacén, fueron los primitivos "fiacunes". A ellos se aplicó con singular acierto el término.
Pero la fuerza de la costumbre lo hizo correr, y en pocos años el "fiacún" dejó de ser el muchacho grandote que termina por trabajar de carrero, para entrar como calificativo de la situación de todo individuo que se siente con pereza.
Y, hoy, el "fiacún" es el hombre que momentáneamente no tiene ganas de trabajar. La palabra no encuadra una actitud definitiva como la de "squenun", sino que tiene una proyección transitoria, y relacionada con este otro acto. En toda oficina pública o privada, donde hay gente respetuosa de nuestro idioma, y un empleado ve que su compañero bosteza, inmediatamente le pregunta:
–¿Estás con "fiaca"?
Aclaración. No debe confundirse este término con el de "tirarse a muerto", pues tirarse a muerto supone premeditación de no hacer algo, mientras que la "fiaca" excluye toda premeditación, elemento constituyente de la alevosía según los juristas. De modo que el "fiacún" al negarse a trabajar no obra con premeditación, sino instintivamente, lo cual lo hace digno de todo respeto.

Roberto Arlt

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Los pajaros




Ya no andan mis sueños 
como pájaros, 
atravesando los cielos, 
en libertad. 
Y a los pocos que conservo, 
los encierro 
en jaulas con candado. 
De barrotes uso la razón, 
el sentido común, 
la honradez. 
Aprendí 
que cautivos y en mi patio 
me deleitan 
con sus colores y su canto. 
Y sueltos, 
se arriesgan a volar muy alto.
                                               Alicia Beber

martes, 14 de septiembre de 2010

No existo y sin embargo, me habito:

El día 16 de febrero de 1937 nacía en Gualeguay una audaz artista, fruto de la cual surge una obra que trata de encerrar elementos tales como la luz y el sonido. Su obra está revestida por los leves movimientos del universo, que aunque imperceptibles son continuos.
En cuánto a los primeros ruidos que hizo, no fueron otros que la iniciación del movimiento teatral en Gualeguay por medio de diferentes asociaciones. Ya sea como fundadora o participante anduvo en los escenarios durante la década del ’50.
Inició su historial bibliográfico de una forma muy singular. Gracias al Instituto de Amigos del Libro de Buenos Aires pudo publicar sus dos primeros libros. Los cuales salieron a la luz al mismo tiempo. No habiendo así primer libro.
El más breve de los dos, es Poemas para el grito, un libro donde se exploran las diferentes formas poéticas y donde la retórica gana un lugar que quizá nunca más recuperaría en la obra de Cristina Villanueva. Por su parte el otro libro, Isla e interior, se cierra por medio de un especial Autorretrato, en el cual la autora nos dice: Hay que elegirse/vieja tarea que nos está destinada. Versos que encajan perfectamente en el inicio de una carrera.
Entre 1975 y 1976 se emitió el programa del cual es autora, Nuevas dimensiones por Canal 7, un programa de carácter periodístico-cultural, por el cual mereciera el premio “Martín Fierro” en 1976. Es a su vez autora de diferentes programas del mismo tipo.
En 1981 tuvo lugar otra luz y otra fuga, como ella misma lo definiera, en la antología de escritores contemporáneos Fuga en luz. Para entonces había recaído sobre ella el Iberoamericano “Premio Neruda”, había sido incluida en catalogo de escritores de la Biblioteca de Jaén en España, y había recibido el diploma de honor de la Asociación cultural y artística Alfonsina Storni, además de otro conjunto de menciones.
Para 1983 tenía lugar la publicación de Acrobacias y señales. Libro sobre el cual se tuvo que hacer una segunda edición en 1983. En este libro somos testigos del cambio abrupto en su poesía. No en los temas, que en la poesía del Siglo XX no cambiaron nunca, sino en las formas, las cuales desde allí fueron para ella dúctiles y sin el adorno fastuoso de la retórica. Vale aclarar que no por esto cayo en el caligrama o el abandono de las imágenes.
Acrobacias y señales (que está prologado por Emma Barrandeguy) está repleto de breves expresiones de sentimientos que se amoldan a la realidad. Más que un conjunto de poemas pueden parecernos trozos de la cotidianeidad. Logran una poesía que fluye. Profundamente influenciado este por la filosofía de Sartre: en el se arraigan la vieja y cartesiana idea de que los sentidos mienten y la búsqueda de su anulación.
Quizá fue en esa búsqueda que topo con la filosofía oriental. Nunca sabremos cuando fue pero podemos estar seguros de su predilección hacia ella. De eso son fieles testigos su biblioteca, repleta de referencias orientales, y su permanente capacitación en el tema.
Por su parte Viaje en luz vio la luz en 1988. Sigue mi itinerario/déjate ser nos dice la autora al comienzo del libro. Fragmenta aquí la luz de una forma estéticamente bella.
Por último, nos queda su testamento literario. Aquel libro que es considerado su visión poética más depurada. Sombra de la palabra (1994), libro al que se vuelve una y otra vez al revisar su vida. Repleto de las preguntas del existencialismo, tomando algunos conceptos de la filosofía china, y examinando el gran tema de los poetas, desde Rimbaud hasta acá, “la palabra”. No vale aquí más que este, uno de sus poemas más recordados, aquel que da titulo al libro: 
Sombra de la palabra
La lluvia golpea 
el bronce de la campana 
y canta 
II 
Cuerda tensa 
el sonido 
del viento 
entre los árboles. 
Aguardo el poema. 
III 
Conversan los vientos 
entre sí, 
el trueno anuncia 
la tormenta. 
Intento expresarme. 
IV 
El canto del ave 
vibra entre las flores 
húmedas de la mañana. 
Se avecina el temblor 
de la palabra. 

El 7 de mayo del 2000 moría consumida por el cáncer. Bohemia como pocas, Cristina Villanueva, no puede ser quizá examinada por mí sin volver al recuerdo que yo de ella tengo más presente. Por esos azares de la vida, soy su sobrino-nieto y por el acercamiento que con el paso del tiempo hice hacia la vida de ella, me he maravillado con aquel aire de esta generación de poetas. Retomo casi con magia los viejos tomos. Los libros pequeños, las poesías lanzadas al viento. Una generación perdida en el tiempo, la de esos libros de tapas de todos los colores y formas, aquellos que admire de esa manera desde chico.
El último recuerdo que tengo de ella es de aquel día que me regaló un libro, de literatura contemporánea como ella siempre regalaba, y me decía: Te va a gustar, y si no te gusta algún día te ira a gustar. Presagio o lo que sea, aquel día tomé más que un libro en mis manos… 

Kevin Jones

lunes, 13 de septiembre de 2010

El Arbol de los Silencios:



Voy arrastrando la tarde hacia el Árbol de Silencios,
doblada de miedos el alma, vencido de vida el miedo.

Los perros de los caminos muerden mi sombra en el suelo
aliento de sueños flacos, vigilia gris el aliento.

Cantigas de aire dormido quieren atarme los dedos,
verso de plata el cordel, ceniza de horas el verso.

Manoseadas soledades azuzan mi paso quedo,
huesos de ayeres perdidos, agrias cavernas los huesos.

Caro un morral agobiado por los doloridos eneros,
cortejo de mis temblores, hambre y fatiga el cortejo.

Dentelladas de relojes hincan su furia en mi cuello,
señuelo de paz callada, tregua final el señuelo.

Pulsos cumplidos esbozan
-indiferentes al vértigo-
huellas de cruces cargadas,
huellas de soles soberbios,
huellas de miel y de mirra,
de verdades y remedos.

Los viejos ríos aguardan, en tajo de tierra abierto,
estas huellas de mi tarde hacia el Árbol de Silencios.

                                                                              Teresita Yugdar

Emma Barrandeguy, de cuerpos y vejez

A Emma la vio nacer el Gualeguay entrerriano en 1914, tierra misma que 92 años después, 2006, la vería irse. Logro que se la leyera con rareza, que sus obras dramatúrgicas fueran piezas únicas y extravagantes. Construyó desde la poesía un umbral de contextos, que nos pertenecen. Por eso, es bueno volver a Emma de vez en cuando, y quedarse un rato en sus palabras… Dejarse aprisionar en su mirada, casi centenaria, es mirada con la que desde sus poemas nos mira.

Ya me voy:
Ya me voy de tu cuarto
y de tus hombros.
Allí esa intimidad de tu ropero
y los libros.
¿Qué haríamos sin ellos para el viaje?
La caricia empezada
y los ojos curiosos
te los dejo, hoy y siempre.
Se me encienden las manos
y me olvido. Despiértame.
Ya me voy de tu cuarto:
verás cómo, despacio,
se irán domesticando
mis violencias.
Y absurdo me ha de ser este deseo
y este crearse un sueño.
Y al fin, un día, me serán tan fácil:
las manos quietas y los ojos ciegos.

Emma Barrandéguy, Las Puertas, 1964.
Foto:
Esa soy yo:
una mujer gastada y melancólica
con la mirada
que arranca de una infancia razonable
y una cabeza peinada
como corresponde
a una señora de tantos años.
Procuro que las canas
tengan su orden natural
que tranquiliza a los que miran,
aunque yo casi estoy segura,
después de todo,
que moriré sin haber sentado cabeza.
Emma Barrandéguy, Refracciones, 1986.
El cuerpo:
¿Por qué no es posible el amor?,
me preguntas.
Somos viejos, respondo.
Y que pases tu mano
por mi pierna,
me da cierta vergüenza.
Tontería, dice el amigo
y cediendo
me tiendo a su lado como cuando era joven
y lo ignoraba.
Pienso en todos los viejos
que desde un banco al sol
miran transcurrir las muchachas.
En mi padre y sus esquelas victorianas
a las niñas de los mandados.
Pienso en mi madre pulcra
cubriendo sus desnudos en un último gesto.
Pienso que los viejos son como todos
y apetecen sin pausa
si no han sido saciados.
El cuerpo gira ante sus ojos
con el gusto de lo prohibido,
como siempre.
Se los instala en la sabiduría
y no la tienen;
codician como jóvenes,
tienen pequeñas ternuras
como mi amigo,
tienen lascivas preferencias
que no les cuentan a los otros,
tienen derecho al amor
aun a costa del ridículo.
Y si pasan tomados de la mano
o se encierran en su mundo
con las persianas bajas,
tendríamos que mirarlos sin asombro
como a lentos vagabundos
o discretos amantes que renuevan caricias.

Emma Barrandéguy, Camino hecho, 1991.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Lobrego

Así, así me dijo que lo haga y así lo voy a hacer. Pero no puede estar dándome órdenes todo el tiempo y obviamente tampoco puede esperar que lo siga las veinticuatro horas del día… ¿Veinticuatro o veinticinco tenía? Perdón que no me acuerde, pero hace tanto tiempo que no salgo de este lóbrego lugar. Me deprimo de sólo despertarme, sí, ya sé, me despierto y aparezco con una cara papando moscas y en la nada hasta que viene él y me da tres o cuatro sopapos para despertarme. Tres o cuatro… ¡Tres o cuatro!... Sopapos… sí, y sé que estoy hablando bajito, pero si me llega a escuchar él, viene y… y bueno, hace lo que siempre hace…  Si no me deja hablar con nadie, supongo que porque ni una sola persona sabe que estoy acá. Vos por las dudas no digas nada, mirá si se entera, yo sé que puedo confiar en vos y que nunca vas a abrir esa boca…Sí, ya sé que no tengo de que preocuparme, y vos tampoco, yo te voy a cuidar y voy a hacer lo posible para que estés bien. 
Ayer fue el peor día de mi vida, o por lo menos del mes. Él me mandó a ordenar el lugar y a hacer otras cosas menos importantes. Bueno, ordené el lugar, lo dejé brillante pero no me alcanzó para hacer las otras cosas… ¿Qué pasó? Sentí como sus huesudas y frías  manos golpeaban mi rostro hasta dejarlo sangrando. Después ató mis manos a unas sucias poleas en lo alto, golpeó mi cuerpo con un caño, el cual tenía atada una cuerda y reía mientras veía como el vaho  se despedía de mi cuerpo junto con el flujo que salía de mis profundas heridas en el torso y en la espalda. Y yo nada, yo intentaba no llorar. Sabía que si lloraba volvería a pegarme, pero él me da todo lo que tengo, sé que a veces es injusto, pero ¿qué voy a hacer?... ¡Ahí viene, escondete! ¡Dale, no quiero que te encuentre! ¡Escondete!
Nicolas Gottig
Crespense, 15 años