viernes, 26 de noviembre de 2010

Las palabras de Walt Whitman y el patio de Teresa....


Creo que una hoja de hierba, no es menos
que el día de trabajo de las estrellas,
y que una hormiga es perfecta,
y un grano de arena,
y el huevo del régulo,
son igualmente perfectos,
y que la rana es una obra maestra,
digna de los señalados,
y que la zarzamora podría adornar,
los salones del paraíso,
y que la articulación más pequeña de mi mano,
avergüenza a las máquinas,
y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha,
supera todas las estatuas,
y que un ratón es milagro suficiente,
como para hacer dudar,
a seis trillones de infieles. 
                           Walt Whitman

A este poema lo leimos con Teresa (Albarenque), en el patio de su casa. Entre el verde, tomando hojas de hierba entre las manos revivimos las palabras del ingles que supo cantarse a si mismo y a la naturaleza. Que supo hacernos ver y valer la vida diariamente, a todo momento. Observar el mundo en una hoja de hierba. Asi fue como surgio el poema que acompaña a este post. 

                                              Hojas de hierba por aqui...
                                              Como Walt, hoy creo que el color de la pared,
                                               y las sillas azules,
                                               y la imagen de Teresa,
                                               son la mas garnde de las obras 
                                               de la lejania
                                               de esta mania de ser.
                                               La palabra Memoria se me asoma, 
                                               y es que esta hierba me parece pasada y presente,
                                               atemporal.
                                               Unos tarros dibujan corazones descalzos.
                                               Una jaula improvisada, con sus dos loros,
                                               hace metafora de la libertad ante su puerta abierta.
                                               La vereda se dirige hacia un verde
                                              que refluye en mis ojos.
                                              Creo que un ave me mira,
                                              y creo que yo lo miro. 
                                             Me invaden miradas y sensaciones.
                                             Hasta siento que la vida existiese.
                                                                                                         Kevin Jones

lunes, 22 de noviembre de 2010

El Cafetero

Qué raro nos parece verlo vestido de blanco, recorriendo los comercios de la cuadra cada mañana. Casi una imagen robada al tiempo, mientras empuja su carrito de madera con pequeñas ruedas por las veredas imperfectas cargando consigo una decena de termos humeantes.
Siempre con su sonrisa por saludo, inmutable más allá del clima. Se asoma, pregunta y no importa la respuesta: sonríe. Es así con todos, cada día. Julián, el cafetero. Juli a secas, debido al saludo diario, a la rutina repetitiva de las mañanas, a esa figura casi necesaria para comprender que una nueva jornada estaba en marcha.
Diálogo corto y habitual, sobre el frío o el calor, la lluvia de la noche anterior o el anuncio para la tarde. Breve quizá como el chorro de café que vierte con profesionalismo, sin siquiera salpicar la inmaculada camisa blanca que lo identifica.
Juli no se preocupa si alguien no tiene cambio para abonar los cuatro con cincuenta, porque está toda la mañana recorriendo la calle y vuelve más tarde, o cuando uno le dice. Es bonachón, alegre y trabajador.
Pero es raro verlo, como decía al principio, más que nada por la tragedia. Quién diría que ese hombre carismático que empuja el carrito sirviendo café perdió todo lo que tenía pero realmente no sabe qué.
En qué pensará cuando regresa a su casa cada mediodía y al abrir la puerta lo recibe el silencio, la ausencia de vida, el futuro truncado. Pero aún peor, el tormento de ignorar aquello que tendría que doler, pero a su vez, dolido por no poder recordar lo que le cuentan que perdió.
Es que Julián sobrevivió entre los hierros retorcidos, pero no así sus recuerdos, agravados con el golpe, que lo dejó sin memoria. Y luego que no lo viéramos por meses, regresó un día, vestido de blanco y sonriendo, como si el tiempo no hubiese pasado, como si la muerte no lo hubiese acariciado en tanto se llevaba consigo a sus niños y a su amor.
Es raro verlo, cumpliendo con el trabajo que le contaron, solía hacer; intentando ser cordial con los que le dijeron, eran sus clientes; pretendiendo ser feliz con lo que le aseguraron, era un milagro.
Y sin embargo, cada vez que nos da la espalda para seguir con su rutina, aparece ese nudo de angustia irreprimible que nos atenaza la garganta y nos nubla la vista, y un deseo, casi una necesidad, de gritar de cara al cielo un insulto infinito en nombre del cafetero, imposibilitado de sufrir por aquello que la muerte le arrebató.
Ernesto Parrilla

Ernesto Parrila, Villa Constitución – 32 años
Deambulante de mundos imaginarios y escritor, he sido publicado en Argentina y en el exterior. Entre las alegrías, obtuve en 2009 del 1er premio en Chile, en el concurso de cuentos de terror de la Revista El Puñal, recibiendo ese mismo año una mención especial en Rosario, en un concurso organizado por la Mutual de la Asociación Médica. Este año recibí una mención de honor en "Mundos en Tinieblas III", de Ediciones Galmort y el "Blogo de Oro Rosario 2010" como mejor blog literario por "Netomancia" (netomancia.blogspot.com)
En nuestro país fui publicado en "Mundos en Tinieblas" I y II de la Editorial Galmort (2008 y 2009),  dos veces en antologías de Editorial Dunken (2009 y 2010) y varias veces en antologías del Departamento Constitución (Santa Fe).
Fuera de nuestros límites, en la antología "Relatos de Terror" del sitio web El Arte de la Literatura (España);  en la antología de terror "Cryptonomikon" (España); Revista Redes para la Ciencia (España); antología “Sorbo de letras” (España); Revista Comunicar (España) y Revista El Puñal (Chile).

sábado, 20 de noviembre de 2010

El juego en que andamos:



Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos, 
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría 
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría 
este amor con que odio, 
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores, 
que me juego la muerte.
                                      Juan Gelman

jueves, 18 de noviembre de 2010

Los pies en el Cristo de Grünewald:


Un escrito de Joaquin Gianuzzi a partir de un extracto de una obra pictorica. Extracto que lo acompaña.

El nervio expuesto y condenado
hace de todo sufrimiento un principio general.
Todavía es la hora de descenso
y toda carne debe seguir aquí, resolverse
en una pesada concentración.
El tono de la pintura
define el desagüe de la masa desesperada.
La anatomía es gruesa, de tierra sangrada
y allí donde los dedos se enciman
-los caminos de este mundo están bloqueados
el límite de la torsión es crítico.
La promesa de toda resurrección tiende a la oscuridad
en las fibras musculares, giradas
sobre sí mismas. Cada detalle
aguarda un orgánico estallido,
pero el conjunto fija el tormento hasta el fin de los
tiempos.
Un solo clavo y se acaba la vieja danza.
                                                Joaquin Gianuzzi 

martes, 16 de noviembre de 2010

Mirada:


Los ojos son el encuentro más íntimo que sucede entre dos personas. Cuando miramos al otro podemos entender, inclusive, todo lo que no dice, nos ayuda a entender lo que calla, lo que se refleja de nuestros dichos.
Una mirada tranquiliza, presiona, juzga, ayuda, invita, rechaza. Sólo con mirar podemos entender el lenguaje sin palabras que es el más elocuente.
¿Miramos mucho?
No, no miramos, las causas son muchas y algunas son  útiles y otras dejan interrogantes. Los lentes para el sol, uniforme obligado que saca patente de famoso. Exóticos, modernos, deportivos, cool, retro, vintage, el gusto es amplio como personas deciden esconderse  tras  de ellos.
En alguna conversación con el gran actor que fue Juan Vehil, él decía: uno trabaja años en el teatro para ser conocido, cuando se hace famoso, se disfraza con grandes lentes para no ser reconocido. Naturaleza humana. 
Mirar a los ojos nos deja adivinar un amor, una desilusión. Nos muestran el interés  o el rechazo que producen nuestras palabras o actitudes, nos muestran si el camino que llevamos es el acertado o en algún punto nos separamos de la armonía del diálogo.
Una mirada puede paralizar de miedo, de dolor, puede herir con  el odio recién descubierto. Lo que siempre hace y hará es unir con el misterio de entender, en esas pupilas que tenemos enfrente, las manifestaciones del corazón.
Por eso es que la comunicación que tenemos hoy nos aleja tanto e insensibiliza.
¿Cuál es la causa?
Hay tanta técnica, el blackberry, la notebook, la netbook, el Ifone  la Ipad, todo une y todo separa. El llavero, hoy, es el pendrive, donde la gente lleva su agenda, sus archivos y falta el aparatejo que permita que carguemos con las ilusiones.
Ni hablar de las redes sociales, desde el viejo y nunca bien ponderado blog, hasta el twitter,  pasando  por el facebook,  los MSN y Chat que podamos imaginar.
Todo sirve para estar comunicado, todo genera una interacción que no deja de crecer y de la que dependemos cada vez más.
Si vamos a lo más elemental que es una conexión de Internet nos adentramos en un mundo donde podemos encontrar  desde el significado y ortografía de una palabra, hasta un amor para el tiempo que dure, pasando por un delivery de sushi, pagar una cuenta o enviar una nota de colaboración. Todo vale, todo conecta. La camarita nos muestra, como un robot pixelado  imagen de una persona ubicada en cualquier lugar del mundo. Todo vale.
Algo falta.
La mirada, el contacto, ver los ojos del otro, tocarlo, escuchar su tono de voz y comparar que se cierra el circuito entre los ojos y la palabra, oler su perfume, saber que hablamos con la persona que es y no con la que imaginamos.
No tengo, en facebook, un millón de amigos, no me sirve. Mis amigos en el ciberespacio son los mismos con los que hablo o me  reúno, salvo aquellos, que por distancia los puedo encontrar en esa reunión de Internet.
Soy admiradora de todos los adelantos y me gusta entenderlos, pero siento, a veces, que me observa el mundo. Me parece que observan mi desayuno, mis delirios de escritura o espían mis llamadas más elocuentes.
¿Será cierto?
¡No! Eso ocurría en Truman Show…
¿O me equivoco?                                                                                                                 
Teresita Romero

lunes, 15 de noviembre de 2010

Sangre

Ya se viene la nueva Tintas, mientras les vamos adelantando algunos textos...En este caso, "Sangre" de Nicolas Gottig. 

Sangre:
Ese domingo a las siete de la mañana, Sebastián volvió a su casa un poco mareado  por el alcohol que había consumido la noche anterior y herido por una pelea a la salida del boliche. En la cual, le habían dejado la boca sangrando.
Golpeado y mareado hizo varios intentos antes de poder meter correctamente la llave en la cerradura hasta que por fin logró hacerlo.
Al entrar a su pieza, lo único que hizo fue tirarse en la cama. No le importó la ropa sucia, las heridas y mucho menos que su mamá percibiera el olor a alcohol que despedía de su ropa.
Las horas pasaron como si nada. Al despertarse verificó la hora en su celular; eran las cuatro de la tarde y si sus padres no lo despertaron para almorzar (Lo cual hacían siempre, sin importarles el estado deplorable de su hijo) lo más probable es que no estén en casa, por lo tanto decidió seguir durmiendo. No obstante, al darse vuelta sintió una viscosidad en su colchón, en ese momento se dio cuenta que su nariz estaba sangrando.
Se levantó como pudo y tapándose las fosas nasales con los dedos índice y pulgar corrió al baño, se sentó en el inodoro y comenzó a arrancar papel higiénico con el cual intentaba detener el flujo de sangre.
El papel se acabó, pero la sangre no se detenía. El chico estaba pálido, le faltaban fuerzas y ya casi no se podía mover. Cayó del inodoro sobre los papeles ensangrentados y lo último que vio fue la silueta de su madre gritando frente a él.

Nicolás Gottig
www.mentirasescritas.blogspot.com

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Tragedia (Vicente Huidobro)



María Olga es una mujer encantadora. Especialmente la parte que se llama Olga.
Se casó con un mocetón grande y fornido, un poco torpe, lleno de ideas honoríficas, reglamentadas como árboles de paseo.
Pero la parte que ella casó era su parte que se llamaba María. Su parte Olga permanecía soltera y tomó un amante que vivía en adoración ante sus ojos.
Ella no podía comprender que su marido se enfureciera y le reprochara infidelidad. María era fiel. ¿Qué tenía él que meterse con Olga? Ella no comprendía que él no comprendiera. María cumplía con su deber, la parte Olga adoraba a su amante.
¿Era ella culpable de tener un nombre doble y de las consecuencias que esto puede traer consigo?
Así, cuando el marido cogió el revólver, ella abrió los ojos enormes, no asustados, sino llenos de asombro, por no poder comprender un gesto tan absurdo.
Pero sucedió que el marido se equivocó y mató a María, a la parte suya, en vez de matar a la otra. Olga continuó viviendo en brazos de su amante, y creo que aún sigue feliz, muy feliz, sintiendo sólo que es un poco zurda.
Vicente Huidobro

martes, 9 de noviembre de 2010

Lado B:


La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren
F. de Cruisset

Lado B, es una revista que tuvimos el agrado de conocer durante Pollito Ciego. Nuestra ya amiga Leticia Gerhauser la presentó, desovillando una historia. Una historia que la involucra, y que (como toda historia) involucra a gente, situaciones y “cosas”.
Para serles fieles a la linda gente de Lado B, les transcribimos a modo de presentación y contagio, lo que ellos nos cuentan en la primer página de su revista.

“Un grupo de personas privadas de la libertad de la Unidad Penal N° 11 cárcel de Las flores, desde el año 2007 participan de un espacio artístico interdisciplinario, donde las lecturas y escrituras de textos literarios son el eje de los encuentros semanales. Este espacio funciona en el marco del programa “Educación universitaria en Prisiones” de la UNL y surge por una iniciativa personal de voluntarias afines al campo de las letras. A finales del año 2008, el espacio de lectura decidió reunir el resultado de todo su trabajo en esta revista: Lado B, para dar a conocer las producciones realizadas hasta el momento; para ello se crea el área de diseño.
Entonces se conforma un espacio editorial que se lleva a cabo cada quince días, alternándose con el espacio de las letras.
Dicha tarea la coordina un diseñador gráfico, orientando las cuestiones teóricas y prácticas que atañen a la creación de una revista y los elementos que la componen”

lunes, 8 de noviembre de 2010

Cosas que un poema puede provocar:

Luego de leer Fugacidades (el poema que pueden leer en el post de abajo), comenzamos en el Taller la tarea de escribir un poema en conjunto. Tratando de armonizar lo que a cada uno nos habia provocado el poema. Culminando en el armado de una poesia que habla del nacimiento de la palabra...

Mistificación de la garganta:
                              
Tiempo mío de asombro. Tiempo en ti de amianto
                                                               Graciela Aráoz
Garabatea sonidos
cuando las cuerdas
apresuran la palabra.
Aún falta.
Necesitan quebrarse
y que algo se rompa
en nosotros.
Para que sea un festival
de hojas y murmullos.
Mistificación de la garganta.
                                                               Alicia Beber
                                                               Teresa Albarenque
                                                               Kevin Jones      

Fugacidades:

Un instante, un conjuro de vidas y de muertes,
donde un siglo transcurre con la velocidad de un ascua
en plena boca.
Los pájaros se van, finaliza este día, y yo me doy la vuelta
aún después de otra vuelta.

Un instante perfecto éste vivido
para un perfecto estado de impostura.
En el cual la perfección de la mitad de un gesto
muerde sobre la carne
y la unción se sucede
y el miedo endecasílabo de un pretérito miedo.

En mi garganta se revierten lunas.
Presta a su nacimiento, salto de la palabra a la intemperie.
¿Quién lo sabrá? ¿Ninguno? Más sé nací palabra.
Mi palabra de hoy es aún más que mi cuerpo.
                                              
                                               Graciela Aráoz (De Itinerarios de fuego)