martes, 13 de septiembre de 2011

De rostros e historias: La niña de los ojos brillantes

Podrían ser dos las causas. O más. Pero siendo de tan corta edad, a esa niña le brillan los ojos de alegría o de tristeza. 
La conocí caminando por un barrio al que suelo ir buscando experiencias de vida para nuestra revista. Estaba al borde de la calle jugando con aspecto de aburrida, como si lo hiciera por rutina y no por interés. Sus manitas estaban sucias de tierra. Cuando le hablé, levantó su carita enmarcada con un pelito corto de color oscuro y me mostró sus enormes ojos curiosos pero un poco tristes. 
A poco de una charla que solo fue mía, pues no conestó a mis tontas preguntas, pasa por ahí un golosinero en bicicleta...Personaje que sí le llamó la atención. 
Viendo su gesto de ansiedad, señalandomé al vendedor, le compré un par de turrones. Mordisqueó uno y su cambio fue inmediato. Toda ella parecía una cajita de alegría. Apretó los turrones contra el pecho, como diciendomé "Son míos", saboreó su manjar apretando su labio inferior y de sus ojos enormes salió una chispa de felicidad que yo interpreté como sonrisa. Una sonrisa colgada de sus ojos, pues su boca estaba muy ocupada con los turrones.
Alicia Beber
 
La fotografía pertenece a Ramiro Sosa...
A partir de ella, se ideo este relato...

De rostros e historias: La niña de los peces


La niña sonríe. Su sonrisa parece esconder algo. Decirnos algo, no. Es la sonrisa de quienes nada necesitan decir.
Aquella tarde se parecía mucho a esta tarde. Ella quería solo una foto. Yo quería saber de donde había sacado esas pequeñas mojarritas en medio de la ciudad. 
La niña guardó con celo su secreto. Hacia casi media hora que estabamos juntos. La había encontrado unas cuadras antes. Le pregunté si estaba perdida y termino siguiendomé.
Su compañía no me incomodaba. Pero era un hecho raro y me incomodaba sentirme bien en esa rareza. 
A cada consulta por sus pececillos, ella reía sin más. Los llevaba uno en cada mano, como protegiendoles. Le saqué la foto y le pregunté a donde se la llevaba.
Río y dijo: -¿A mi me la llevaras? ¡Eres tú quien la necesita! Tú estas perdido.

No pude dormir aquella noche.
Kevin Jones
 
La fotografía pertenece a Ramiro Sosa...
A partir de ella, se ideo este relato...

De rostros e historias: El colectivero

Los años de juventud ya habían pasado. No era el mismo, pero ante la adversidad del tiempo aún conservaba algo que siempre lo caracterizaba: Su sonrisa. Tímida, pero sensual.
Aproximadamente, pasaba los cuarenta y aún la chispa de chamullador la llevaba consigo. Era colectivero por vocación, y gracias al trabajo cada fin de semana una cita lo aguardaba.
El amor no era para él. Le habían roto el corazón a los veinticinco años, cuando para el la familia era lo mas sagrado. Una mañana de domingo vio como despertaba con una nota pegada a la ventana: "Volé a otros brazos, otros caminos" Se llevó dos niños que hoy serían adolescentes.
Cuando superó la humillación, el duelo y tiró el anillo que lo condenaba al pasado decidió que el amor ya no cabía en él. Y decidió volcar su desilusión clandestinamente en caricias de a ratos .
No recordaba nombres ni direcciones. Daba números de telefonos falsos y así fue transcurriendo paso a paso el tiempo. Se había transformado... Y cuando subió aquel muchacho bizarro que recolectaba rostros, transparentó el alma en la foto y esa sonrisa no ocultó sus ojos tristes que guardaban cicatrices del engaño. Ese muchacho tendría la edad de su hijo, ojitos bailarines y carismático. Accedió a que lo capturaran en un lente. Tal vez, algún día alguien lo reconocería por algun lado.
El pibe dio las gracias y se alejó. Él siguió manejando, de nuevo camufló su alma y vio a lo lejos una morocha que le hacía señas para que frene. Le sonrió sensualmente, otra presa que conquistar para este fin de semana largo.
Natalí Metz

La fotografía pertenece a Ramiro Sosa...
A partir de ella, se ideo este relato...

lunes, 12 de septiembre de 2011

Tintas Agosto 2011 - Contenedor de historias


Escriben: Delia Olivera, Ernesto Parrilla, Leandro Puntin, Micaela Grinovero, Kevin Jones, Alicia Beber, Natalí Metz, Gloria Maria Arellano, Paula Casis y Teresita Romero.

Contamos con las fotografias de Ramiro Sosa y el diseño de Joaquín Lostaló.


domingo, 11 de septiembre de 2011

Abrir la imaginación de la mente - Conclusiones y aportes luego de la experiencia de lectura aulica en la Escuela 61


Abrir la imaginación de la mente:
Difícil tarea la del docente, al elegir una selección de textos que se adecuen a las necesidades especificas de un grupo y además enriquezcan su camino lector. Pero a la vez presenta un desafío de realizar un proceso continuo y sistemático, en el cual se aplican y coordinan los métodos de participación de los alumnos y familia.
En primer lugar, se comenzó la lista con textos que tuvieran que ver con el ambiente de los chicos. Se aprovechó la ocasión para darles a conocer una autora local a través del relato Arrullo de Teresita Yugdar además de incluir un texto escrito por uno de los padres de los chicos en un libro previamente elaborado por el aula toda[1] titulo La lechuza. Luego dimos lugar a autoras nacionales como María Elena Walsh (La plapla; El reino del revés), Oche Califa (Su pregunta no molesta), Ema Wolf (El rey que no quería bañarse), Elsa Bornemann (Un elefante ocupa mucho espacio). En otro aspecto se incluyeron textos universales como es El zorro, el quirquincho y la carreta de quesos, en la versión de Juan Carlos Dávalos. A su vez experimentamos con la Versión del lobo del relato universal de Caperucita Roja.  Y la canción oral Don pepito el verdulero.
Quise de esta manera tomar diferentes criterios (locales, nacionales y universales), además de aprovechar la diversidad que la literatura ofrece (Fábulas, cuentos, poemas y canciones).
Para marcarles a los chicos que ese momento era dedicado a la lectura, cada día nos trasladamos a la Biblioteca de la escuela. Aprendiendo así que la escuela destina un espacio para esa actividad que es importante, y que además ellos pueden ir cuando lo deseen. Por otro lado en cada lectura, los chicos renarraban el relato o comentaban el poema oralmente. Es decir, socializábamos el texto en cuestión. Se les interrogaba sobre si era lindo, aburrido, qué les gustó o si les pareció justo lo que sucedía en el cuento. Por ejemplo al leer la Versión del lobo de Capeructia Roja (La cual es favorable al lobo del cuento) los chicos discutían entre sí sobre si era justo el lobo siguiera vivo o no. Si era bueno o no. Y además, sobre sí puede haber más de una historia. Plantear ese debate de que la historia se escribe desde un punto y puede haber varios otros, era el propósito.
Una de las estrategias con las que me valí fue la dramatización de los textos luego de su lectura o durante esta. Esto lo realizamos con la Versión del lobo y con la fábula. Al momento de dramatizar, los chicos tuvieron oportunidad de intervenir el texto, transformarlo y darle vida. Es decir, le agregaban diálogos y gestos que iban más allá del papel del texto. El propósito era lograr que se desinhibieran, como fue el caso de Marcelo y Casandra quienes en oportunidades anteriores no se animaban a hacerlo. Además, se mantenía un clima lúdica que favorecía el ambiente áulico.
En el caso de La lechuza la lectura estuvo a cargo del padre creador del texto, con la presencia de madres que aportaron más datos sobre el animal en cuestión. Se tuvo ocasión de hacer un trabajo interdisciplinario buscando información sobre este animal en hora de Informática. Y como tarea una descripción de la lechuza que los prepara en sus capacidades de escritura.  Los chicos se interesaron por lo relatado por las madres. Se sorprendían ante la novedad de que sus madres pudieran aportarles conocimientos. Era lindo ver sus caras y gestos de asombro al enterarse que la lechuza hace cuevas en la tierra para vivir y que solo salía de noche.
El reino del revés nos permitió manejar otros lenguajes literarios como es el ritmo y la música. De esta manera, los chicos cantaron y asimilaron los versos de la canción. Luego se les planteo la pregunta escrita ¿Cómo sería la vida en el reino del revés? Como ejemplo, uno de los chicos escribió que llovería de abajo para arriba, caminaría con las manos, y que el número 3 sería la letra E mientras que el 6 sería el 9. Con esta canción, utilizamos un grabador. Mientras que con Don pepito el verdulero la actividad se realizó oralmente sin elementos externos y con juegos sonoros de rima y eco. Los varones del grupo decían por ejemplo Don pepito el verdulero mientras que las mujeres respondían ero, ero, ero. Realizaban el eco, que marca además la rima.
A partir de esto, se abrió el campo de su imaginación respecto a la lectura. Visto los resultados favorables, se usaron estrategia similares en la Plapla y en Su pregunta no molesta. En el caso de La plapla debían imaginarse esta letra y realizarla en la hoja para luego decorarla con lentejuelas. Se provocaron así muchas preguntas y resistencia a imaginársela. A cada rato venían a preguntar si estaba bien, como no terminando de entender que si nadie sabía como era no estaba ni correcto ni incorrecto. Sino que la literatura transgrede ese limite lo correcto/incorrecto. Mientras que en el poema de Oche Califa confeccionaron preguntas sin respuesta similares a las que plantea el poema. Al leer el poema, los chicos interrumpían el texto encontrando respuesta a las preguntas. Me sorprendieron de esta manera. Leí por ejemplo ¿Con cuántas hormigas se hace un elefantes? Ante lo que gritaron 1500 hormigas. Noté entonces cuán palpables es en ellos el poder creativo. Es decir, un adulto las hubiera visto como preguntas sin respuesta o inútiles.
Al momento de leer El rey que no quería bañarse de Ema Wolf, ellos se encargaron de ilustrar su cuaderno según la imagen mental que les quedó del cuento. La mayoría realizó la bañera con el rey y se tomaron el trabajo de hacer los jueguitos con los que jugaba. Es decir, notaron que eran un elemento importante del texto.
Arrullo es un relato local que está ambientado en el monte entrerriano. Por esto, luego de la lectura salimos a buscar el espinillo mencionado en el texto, así como a recorrer la flora de nuestra localidad. Haciendo de esta manera una enseñanza de el valor de la flora. Como anécdota puedo decir que las madres junto con sus hijos y  compañeros salieron a buscar ramas de espinillo florecido que luego trajeron al aula. Sin querer, se logró que de un texto se viviera una actividad familiar diferente. Incluso fue tema de conversación en el pueblo esa mañana con todo quien me cruzaba sobre los macachines que se mencionaban en el cuento y que estaban en el recuerdo de la gente mayor del pueblo. Además les mostré el libro donde se haya y una foto de la autora ante lo cual se interesaron.
A la hora de mencionar aciertos y desaciertos podría decir que un acierto fue embarcarse en esta actividad, que ellos entendieron que los textos literarios no son solamente cuentos, y que además se animaran a imaginar sobre el papel y que crearan un clima de lectura respetuosa. Pregunta de nivel imaginativo no se dan muy seguido en el aula, así que fue bueno y profundo. Se pusieron a pensar, encontraron que no hay una sola respuesta de las cosas. Sobre todo, el acierto fue animarse a imaginar luego de la lectura. A que la imaginación que se abre en el libro siga abierta en su cabeza. Llevar el texto a ellos mismos. Como desacierto podría decirse que algunos niños no lograron interiorizar algunos textos o no se animaron a participar oralmente.
Concluyo el trabajo feliz por la presencia de los padres en cada lectura, el acompañamiento de los niños y el hecho de que pudieran conocer otros autores y textos. A partir de aquí en más, saben manejar la literatura de otra manera. Y abre la posibilidad de que en el futuro en el aula se sigan dando preguntas y actividades similares a estar realizadas.
Debo decir, que los chicos diariamente (desde el comienzo del año) llevan libros de cuento a su casa. Lo cual establece una relación entre ellos y los libros. De esto salieron proyectos como los del Libro artesanal y participar en este concurso. Durante las lecturas, tuve yo como docente junto a las padres nuevas ideas: Visitas a otros espacios para leer como el Hogar de ancianos, la oportunidad de organizar dramatizaciones juntos con los chicos para darles a otros grados o públicos. Este tipo de actividades que ya he planteado para hacer en los meses siguientes. Creo además, que para sostener esta lectura interactiva es bueno preparar actividades de este tipo para su hora semanal de Biblioteca.
Dije en algún momento de la narración que concluía este trabajo feliz. Y creo que esa palabra es acertada, ya que en años de docencia la literatura me sigue sorprendiendo y los niños siguen reaccionando de maneras diferentes, con gustos diversos y con emociones puestas en juego de lo más diversas. Es decir, pararse a leer en un aula sigue siendo una aventura digna de un cuento infantil.
Mery Siebenlist
Docente

[1] El libro fue realizado por los alumnos a través de un taller de lectoescritura, además de contar con el aporte de cuentos realizados por la familia. El mismo fue compilado y editado artesanalmente con el titulo “Cuento familiares” pocos meses antes de comenzar este trabajo.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Poesía de Candelaria Rivero para septiembre...


En septiembre, el dossier de poesía será de Cande Rivero. Una amiga que trabaja en La gota ediciones y sobre la que en la Tintas les comentaremos más...

 
Y las ruinas. Y ese chico que oímos llorar bajito.
Y ese silencio de muerte en medio de los pájaros.
En qué vacío agonizan los que buscan su nombre.
Los que llaman a su sombra en medio del viento,
y la sombra no vuelve.
Entre las cosas que el tiempo acumula
hay bosques espesos
con las manos y las sombras que olvidamos.
Él dibuja   en medio de la noche
                                       un balcón sin relojes.

 Candelaria Rivero

viernes, 2 de septiembre de 2011

La Plapla




Este famoso texto de María Elena Walsh ha sido uno de los leídos durante esta semana en la Escuela 61 como parte del proyecto Juntos por un Argentina lectora que junto con nuestra ya amiga la Seño Mery estamos llevando adelante en la escuela publica de Seguí. Luego de la lectura, los chicos dibujaron a su modo y manera la Plapla...

Felipito Tacatún, estaba haciendo los deberes. Inclinado sobre el cuaderno y sacando un poquito la lengua, escribía enruladas "emes", orejudas "eles" y elegantísimas "zetas".
De pronto vio algo muy raro sobre el papel.
- ¿Qué es esto?, se preguntó Felipito, que era un poco miope, y se puso un par de anteojos.
Una de las letras que había escrito se despatarraba toda y se ponía a caminar muy oronda por el cuaderno.
Felipito no lo podía creer, y sin embargo era cierto: la letra, como una araña de tinta, patinaba muy contenta por la página.
Felipito se puso otro par de anteojos para mirarla mejor.
Cuando la hubo mirado bien, cerró el cuaderno asustado y oyó una vocecita que decía:
- ¡Ay!
Volvió a abrir el cuaderno valientemente y se puso otro par de anteojos y ya van tres.
Pegando la nariz al papel preguntó:
- ¿Quién es usted señorita?
Y la letra caminadora contestó:
- Soy una Plapla.
- ¿Una Plapla?, preguntó Felipito asustadísimo, ¿qué es eso?
- ¿No acabo de decirte? Una Plapla soy yo.
- Pero la maestra nunca me dijo que existiera una letra llamada Plapla, y mucho menos que caminara por el cuaderno.
- Ahora ya lo sabes. Has escrito una Plapla.
- ¿Y qué hago con la Plapla?
- Mirarla.
- Sí, la estoy mirando pero... ¿y después?
- Después, nada.
Y la Plapla siguió patinando sobre el cuaderno mientras cantaba un vals con su voz chiquita y de tinta.
Al día siguiente, Felipito corrió a mostrarle el cuaderno a la maestra, gritando entusiasmado:
- ¡Señorita, mire la Plapla, mire la Plapla!
La maestra creyó que Felipito se había vuelto loco.
Pero no.
Abrió el cuaderno, y allí estaba la Plapla bailando y patinando por la página y jugando a la rayuela con los renglones.
Como podrán imaginarse, la Plapla causó mucho revuelo en el colegio.
Ese día nadie estudió.
Todo el mundo, por riguroso turno, desde el portero hasta los nenes de primer grado, se dedicaron a contemplar a la Plapla.
Tan grande fue el bochinche y la falta de estudio, que desde ese día la Plapla no figura en el Abecedario.
Cada vez que un chico, por casualidad, igual que Felipito, escribe una Plapla cantante y patinadora la maestra la guarda en una cajita y cuida muy bien de que nadie se entere.
Qué le vamos a hacer, así es la vida.
Las letras no han sido hechas para bailar, sino para quedarse quietas una al lado de la otra, ¿no?

                                                                                                                          Maria Elena Walsh