Siguiendo con la consigna del post anterior...
-Basta, mamá -fue el intento de Cecilia por calmar a su madre.
Ella se movía inquieta entre las sabanas de aquel hospital.
-¡¿Cómo que me van a descontar el día, hijos de puta?! - No daba más. Salío afuera en busca de un vaso de agua. Hayó un dispenser enseguida.
Demencia senil. Ese fue el diágnostico dado a su septuagenaria madre. Como si no fuera suficiente con los hijos, pensó enseguida al recibir la noticia días antes.
Lanzó un suspiro y regresó a la habitación. La 104 les habían dado.
Su madre seguía revolviendosé como una niña en la cama.
"Mamá", alcanzó a decir antes que una lagrima cediera a su fuerza. Una lágrima que resumía la pelea con su hija aquella mañana. Una lágrima que intentaba expresar la desolación del divorcio.
Ella en cambio, sonreía en la cama. Y en cuanto Cecilia se descuidó volvío a mover sus manos alrededor de su seno. Cecilia río en su caos.
-Pero mamá ¿acaso te querés poner siliconas ahora?
Su madre se ausentó de la pregunta. Pero con su sonrisa le dijo, mientras revolvía su arrugado seno en aquella tarde de agosto: -Intento mirarme el corazón.
Kevin Jones
No hay comentarios:
Publicar un comentario