sábado, 14 de mayo de 2011

Ultima voluntad


 Torre de Babel, instalacion de Marta Minujin

El hombre conocía de poesías y de libros, vivía rodeado de literatura. A punto de partir, sintiéndose en los brazos de la muerte, pidió que su biblioteca fuera enterrada con el.
Su familia se opuso, no solo por lo valioso que eran los libros (y con seguridad, pensaban vender), sino porque además, debido a la cantidad, deberían comprar más parcelas de tierra.
Solicitó entonces ser cremado y que se hiciera lo mismo con los libros y se juntaran las cenizas. Los familiares lucharon contra esa voluntad, incluso después de haber fallecido el hombre.
La firma de abogados que lo representaba, sin embargo, logró que aquello, escrito en el testamento, pudiera llevarse a cabo. El cuerpo sin vida del hombre fue cremado y la biblioteca, con más de dos mil volúmenes, fue reducida a cenizas.
Precavido, había hecho comprar una vasija de grandes dimensiones, donde se guardaron todas las cenizas. La misma no fue llevada al cementerio, como la familia preveía. Los papeles que tenían los letrados indicaban otro destino.
La vasija descansa en el hall central de la biblioteca de la ciudad y aseguran quiénes la visitan, que es posible escuchar, acercando el oído a la fría textura de la porcelana, las historias más fabulosas y deleitarse con las poesías más bonitas.
El hombre, donde sea que esté, sonríe feliz.
Ernesto Parrilla

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