Una vez por ejemplo -en el tiempo en que mandabamos a lavar la ropa afuera- estaba yo haciendo la lisyta. Tal cez por el hábito de poner títutlo o por unas súbitas ganas de tener un cuaderno prolijo como en la escuela, escribí: lista de... Y fue en ese instante cuando aparecieron las ganas de no ser seria. Es ésta la primera señal del animus brincandi, en materia de pensar- como hobby. Y escribí aguda: lista de sentimientos. Lo que quise decir con esto tuve que dejarlo para más adelante -señal de que estaba en el camino correcto y no me afligía por no entender; la actitud debe ser: no se pierde por esperar, no se pierde por no entender.
Entonces empecé una listita de sentimientos de los cuales no sé el nombre. Si recbio un regalo hecho con cariño por una persona que no quiero -¿como se llama lo que siento?. La falta que se siente por una persona que ya no queremos, ese dolor y ese rencor -¿como se llaman?. Estar ocupada -y de pronto detenerme por haber sido invadida por una súbita indolencia dulcificadora y venturosa, como si una luz de milagro hubiese entrado en la sala: ¿cómo se llama lo que he sentido?
Clarice Lispector, Fragmentos de "El juego de pensar", en Revelacion de un mundo
Este es uno de mis textos favoritos de Lispector. Siempre es un placer releerla
ResponderEliminarSaludos!