en mi hombro
seguí caminando a paso lento.
Sabía de un lugar sin ruidos
a cierta distancia, dentro de mí.
Esquivando que la ansiedad me guiara,
llegué a su tiempo
y no hizo falta interpretar latidos
ni discutir los pensamientos,
mi hombro aliviado
me decía que las palabras
fueron cayendo en el camino.
Alicia Beber
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